Una noche guateada, extraña y llena de pifias
Debo reconocer que me alegré… y me ilusioné… cuando vi que no había obertura, realmente pensé que los organizadores estaban entendiendo el mensaje… me escucharon, dije yo, y lo que viene esta noche es algo bueno. Craso error… no sólo nos tragamos el bailoteo después de las 11 y media de la noche, sino que además tuvimos que presenciar una de las noches festivaleras más horrorosas de las que tenga recuerdos.
Los insoportables y añejos A-HA demostraron durante una hora y veinte minutos cómo ha pasado –y se ha detenido- el tiempo por ellos… porque si en los ’80 se veían aletargados, anoche parecían momias. El vocalista Morten Harket sencillamente no llegó a los tonos más altos… su voz estaba desgastada, jugaba con el audífono como echándole la culpa de su desafinación y su cara de lata sólo era superada por las de sus “carismáticos” músicos. Aún así, los animadores se apuraron en entregarles ¡dos Antorchas y una Gaviota!, que ellos recibieron con las manos en los bolsillos y con la emoción de adolescentes taimados.
Y si el público los aguantó y hasta los coreó, e incluso los pidió de vuelta…pero el resto de la noche sólo pidió a Chancho en Piedra… sencillamente se abusó de la paciencia de un ‘Monstruo’ más bien rockero, que de un minuto a otro decidió ponerse cruel y no dejó de pifiar hasta que aparecieron sus ídolos… Primeras víctimas: Los mexicanos Tigres del Norte, que no fueron capaces de entusiasmar con su música trasnochada, más propia de una cantina mexicana de mala muerte que de un festival internacional… ni sus trajes chillones, ni su “Manzanita” emocionaron lo más mínimo. Se supone que son los Rolling Stones de México, pero en Chile no les alcanzó para la popularidad. Y demos paso rapidito a lo que viene: por más que agradeció vivir en Chile, Javier Estrada sólo tuvo un paso fugaz por la Quinta… y realmente no sé por qué se quedó parado mirando para todos lados después de cantar sus dos temas… ¿querías una Antorcha Javier?.
Fue una noche extraña… el público no estaba para grandes esperas y empezó a aletargarse… incluso el ultra eléctrico Sergio Lagos se bajó de la moto… y si el jueves terminó saltando una diablada, anoche estaba pegado. Miraba al público largamente, como tratando de comprender su actitud, e incluso Myriam tuvo que “despertarlo” con una palmadita en la espalda, cuando, al presentar a Los Tigres del Norte, no se dio cuenta de que le tocaba hablar. En un minuto de desesperación (medio en broma medio en serio), ella le gritó el nombre de una canción de la competencia internacional, lo que terminó con Lagos tirado en el suelo, en una humorada que sólo entendió él.
Debo reconocer que me alegré… y me ilusioné… cuando vi que no había obertura, realmente pensé que los organizadores estaban entendiendo el mensaje… me escucharon, dije yo, y lo que viene esta noche es algo bueno. Craso error… no sólo nos tragamos el bailoteo después de las 11 y media de la noche, sino que además tuvimos que presenciar una de las noches festivaleras más horrorosas de las que tenga recuerdos.
Los insoportables y añejos A-HA demostraron durante una hora y veinte minutos cómo ha pasado –y se ha detenido- el tiempo por ellos… porque si en los ’80 se veían aletargados, anoche parecían momias. El vocalista Morten Harket sencillamente no llegó a los tonos más altos… su voz estaba desgastada, jugaba con el audífono como echándole la culpa de su desafinación y su cara de lata sólo era superada por las de sus “carismáticos” músicos. Aún así, los animadores se apuraron en entregarles ¡dos Antorchas y una Gaviota!, que ellos recibieron con las manos en los bolsillos y con la emoción de adolescentes taimados.
Y si el público los aguantó y hasta los coreó, e incluso los pidió de vuelta…pero el resto de la noche sólo pidió a Chancho en Piedra… sencillamente se abusó de la paciencia de un ‘Monstruo’ más bien rockero, que de un minuto a otro decidió ponerse cruel y no dejó de pifiar hasta que aparecieron sus ídolos… Primeras víctimas: Los mexicanos Tigres del Norte, que no fueron capaces de entusiasmar con su música trasnochada, más propia de una cantina mexicana de mala muerte que de un festival internacional… ni sus trajes chillones, ni su “Manzanita” emocionaron lo más mínimo. Se supone que son los Rolling Stones de México, pero en Chile no les alcanzó para la popularidad. Y demos paso rapidito a lo que viene: por más que agradeció vivir en Chile, Javier Estrada sólo tuvo un paso fugaz por la Quinta… y realmente no sé por qué se quedó parado mirando para todos lados después de cantar sus dos temas… ¿querías una Antorcha Javier?.
Fue una noche extraña… el público no estaba para grandes esperas y empezó a aletargarse… incluso el ultra eléctrico Sergio Lagos se bajó de la moto… y si el jueves terminó saltando una diablada, anoche estaba pegado. Miraba al público largamente, como tratando de comprender su actitud, e incluso Myriam tuvo que “despertarlo” con una palmadita en la espalda, cuando, al presentar a Los Tigres del Norte, no se dio cuenta de que le tocaba hablar. En un minuto de desesperación (medio en broma medio en serio), ella le gritó el nombre de una canción de la competencia internacional, lo que terminó con Lagos tirado en el suelo, en una humorada que sólo entendió él.
Anoche los animadores guatearon… Sergio pasó de ser divertido a pintamonos y Myriam, tratando de mantener la calma y seguirle el juego a un latero y repetido Julio Sabala, se debe haber sentido incómoda.
Me cuesta entender que no captaran el mensaje… el humorista-imitador dominicano se demoraba eternos minutos en caracterizarse y el público terminó pifiando hasta a los animadores…y ojo que Myriam dijo que anoche él trataría de cumplir el récord de hacer la mayor cantidad de personajes en el menos tiempo posible...o sea!...aplaudo la paciencia de “los marranos de corazón”, que estoy seguro hubieran bajado a pedradas a todos los lateros que circularon por la Quinta la tercera noche de festival… una noche curiosísima con una mezcolanza de estilos, que terminó con la potente presentación de los chilenos Chancho en Piedra, que cerraron, –nuevamente después de las dos de la mañana- dándole algún sentido a una noche para olvidar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario