No se había dimensionado la magnitud del evento que acontecía ante nuestros ojos, por lo mismo no nos dimos tiempo siquiera de soñar, como siempre lo hacemos en las competencias deportivas. El escenario, el Gimnasio Olímpico de San Miguel, las protagonistas, un grupo de hockistas que se conocen y se nombran como marcianas.
No más de 18 años y una fuerza mental pocas veces vista entre nuestros deportistas. Remontaron una semifinal y la final. En las dos instancias estaban bajo en el marcador y en los últimos minutos se quedaron con el triunfo. Así de diferente a lo que ocurre con el resto de nuestros deportes, donde nos roban de la garganta el grito ahogado de triunfo en los últimos minutos.
Haber obtenido un segundo lugar habría significado inscribirse en nuestros libros vacíos de triunfos mundiales, pero no, ellas sabían que con eso no bastaba y antes del encuentro final con España lo dijeron con tal convencimiento que muchos tacharon ese acto de optimismo exacerbado. Ahí está nuestra idiocincracia, nos cuesta decir que queremos ganar y que los vamos a hacer. Pero estas chicas no tuvieron fobia al éxito y las ruedas del patín sostuvieron todo la fuerza con la que venía a enfrentar a las hispanas, bicampeones mundiales.
No es un triunfo moral, es tangente y vivirá como siempre por no mucho tiempo en el inconciente colectivo de nuestro país, porque estos acontecimientos las guardamos en el baúl de las cosas perdidas. Pero que mal le haría esto al país. Este triunfo tiene que quedar grabado en nuestra memoria como la evidencia de que nuestros deportistas pueden torcerle la mano a la historia y que esta se escribe nuevamente cada vez que tengamos la convicción de que el triunfo es algo alcanzable.
Las hermanas Urrea, Tadich Prat o Mónica Cabañas, no jugaban en las grandes ligas europeas de hockey patín, estaban realizando sus actividades estudiantiles en nuestro país y aun así pasaron por encima de la mayoría de los grandes equipos europeos y potencias como Argentina, que tienen una basta experiencia en esta disciplina.
En esta oportunidad, las chilenas son las reinas del hockey latinoamericano, ya que simultáneamente se realizaba el mundial de jockey sobre césped en España, donde llegaron a la final Australia y Holanda, estas últimas dejaron fuera a las leonas argentinas para la final.
Año en que las mujeres se inscribieron con fuerza en la historia de nuestro país, año en que los triunfos dejaron de ser morales, año en que se demostró que hace falta más que platas y oportunidades, año en que quedó de manifiesto que con confianza y la derrota al miedo al éxito se pueden lograr cosas importantes para nuestro deporte.
Mañana las chicas volverán a sus colegios y universidades, algunas con más suerte partirán al extranjero a seguir demostrando lo grande que son, pasado mañana se habrá ido la fiebre del triunfo y del carro de la victoria. Pero es pasado mañana cuando deportistas, entrenadores dirigentes y el gobierno deben recordar que podemos ser campeones del mundo, pero con políticas de verdad y con mentalidad agonística de verdad. No más miedo al éxito.
Malow.
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