Matías Fernández
.
Mientras se reencuentra en aquellas imágenes y escucha retumbar en sus oídos su nombre una y otra vez, toma un respiro y se cuestiona si es lo que realmente creen que es, si es sólo un invento o si podría llegar a ser lo que todos quieren. Por mientras quiere comer, está todo tan frío, tan solo. Su nombre se confunde con millones, de euros, de dolores. En algún programa con dineros invertidos en tecnologías especulan con su rostro y su magia en varios pastos europeos. Mientras tanto sigue solo y pensando quien es realmente. Por la tarde aparece un don alguien preguntando, quién es el supuesto crack, dónde está Chile. El sigue solo y preguntándose quien es realmente…
No se si es el mejor jugador de Chile de todos los tiempos; no se si es el mejor creador de la historia de este país; no se siquiera, si ahora y sólo por ahora es el mejor jugador de Chile. Lo que sí se, es que Matías Fernández es de estos tipos raros, lo más parecido a un fenómeno, lo más diferente a un ser humano.
Si este calerano no se convierte en el mejor jugador de Chile, sí cambiará la forma de ser un crack. Porque hasta Elías Figueroa, Don Elías, se inmiscuyó es historias extradeportivas y encantó en otras facetas a los chilenos, que decir de otros de los grandes nuestros. Pero Fernández es fútbol y lo quiera o no, quedará en la retina por entregar todo de sí en la cancha y tratar de ser un desconocido fuera de ella. Como los superhéroes, como Batman, como el Hombre Araña, héroes anónimos, eso es Matías Fernández, una versión recargada de estos personajes, que ahora en nuestro país dejaron de ser de fantasía.
“Pelusa” tiene una personalidad que no se ve en las canchas nacionales. Cae y se para rápidamente, casi sin reclamar. Si pierde un balón persigue a su villano hasta arrebatárselo de los pies nuevamente. No reclama, no pelea, no insulta; juega.
Que Matías no hable es un detalle a considerar, es parte de su inteligencia, lo más cercano a esos amagues que nos dejan boquiabiertos. Si los periodistas cuestionan la decisión de este deportista es porque con sus declaraciones podrían llenar más hojas del diario o aumentar unos minutos en televisión. Pero lo cierto es que a nadie le hace mal que Matías no hable, que cambie el paradigma de los jugadores con vida de estrella de rock. Fernández hace justamente lo que les pedimos a nuestros deportistas, que se dediquen a su disciplina y nos den triunfo.
Su decisión de silencio es parte del encantamiento de este joven valor, que guarda silencio, que habla en la cancha y que pese a su timidez demuestra una gran cercanía con la hinchada, quienes le hacen notar lo importante que es para el club y para el fútbol chileno.
Mientras Matías no salga de los potreros criollos, nadie dimensionará quien es realmente este adoptado calerano. El fútbol chileno ha ayudado para que este diamante no sea visto desde su real dimensión. Porque “Mati” hace tiempo que estaba rompiéndose las canillas y pocos se dieron el tiempo de admirarlo. Para algunos hoy ya es demasiado tarde, no quedan más que un par de meses y la magia se irá de nuestras canchas, aquella que aparecía a ratos desde el 2003, cuando lo autorizaban a entrar a una cancha y que sólo ahora todos se dignan a aplaudir. Como si reconocer que el es un crack sea malo, como si el año pasado no hubiese dejado boquiabiertos a los europeos en el mundial de Holanda, como si todos los días tuviéramos frente a nuestros ojos un espécimen de esta categoría.
Sólo resta desearle buena suerte y que no deje nunca de disfrutar de esto tan maravilloso que es el amor por el fútbol.
No se si es el mejor jugador de Chile de todos los tiempos; no se si es el mejor creador de la historia de este país; no se siquiera, si ahora y sólo por ahora es el mejor jugador de Chile. Lo que sí se, es que Matías Fernández es de estos tipos raros, lo más parecido a un fenómeno, lo más diferente a un ser humano.
Si este calerano no se convierte en el mejor jugador de Chile, sí cambiará la forma de ser un crack. Porque hasta Elías Figueroa, Don Elías, se inmiscuyó es historias extradeportivas y encantó en otras facetas a los chilenos, que decir de otros de los grandes nuestros. Pero Fernández es fútbol y lo quiera o no, quedará en la retina por entregar todo de sí en la cancha y tratar de ser un desconocido fuera de ella. Como los superhéroes, como Batman, como el Hombre Araña, héroes anónimos, eso es Matías Fernández, una versión recargada de estos personajes, que ahora en nuestro país dejaron de ser de fantasía.
“Pelusa” tiene una personalidad que no se ve en las canchas nacionales. Cae y se para rápidamente, casi sin reclamar. Si pierde un balón persigue a su villano hasta arrebatárselo de los pies nuevamente. No reclama, no pelea, no insulta; juega.
Que Matías no hable es un detalle a considerar, es parte de su inteligencia, lo más cercano a esos amagues que nos dejan boquiabiertos. Si los periodistas cuestionan la decisión de este deportista es porque con sus declaraciones podrían llenar más hojas del diario o aumentar unos minutos en televisión. Pero lo cierto es que a nadie le hace mal que Matías no hable, que cambie el paradigma de los jugadores con vida de estrella de rock. Fernández hace justamente lo que les pedimos a nuestros deportistas, que se dediquen a su disciplina y nos den triunfo.
Su decisión de silencio es parte del encantamiento de este joven valor, que guarda silencio, que habla en la cancha y que pese a su timidez demuestra una gran cercanía con la hinchada, quienes le hacen notar lo importante que es para el club y para el fútbol chileno.
Mientras Matías no salga de los potreros criollos, nadie dimensionará quien es realmente este adoptado calerano. El fútbol chileno ha ayudado para que este diamante no sea visto desde su real dimensión. Porque “Mati” hace tiempo que estaba rompiéndose las canillas y pocos se dieron el tiempo de admirarlo. Para algunos hoy ya es demasiado tarde, no quedan más que un par de meses y la magia se irá de nuestras canchas, aquella que aparecía a ratos desde el 2003, cuando lo autorizaban a entrar a una cancha y que sólo ahora todos se dignan a aplaudir. Como si reconocer que el es un crack sea malo, como si el año pasado no hubiese dejado boquiabiertos a los europeos en el mundial de Holanda, como si todos los días tuviéramos frente a nuestros ojos un espécimen de esta categoría.
Sólo resta desearle buena suerte y que no deje nunca de disfrutar de esto tan maravilloso que es el amor por el fútbol.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario